Si tus vivencias te han llevado a creer que la vida es una especie de campo minado en la que hay que caminar con mucho cuidado y en total estado de alerta vigilando cada paso, es probable que hasta el día de hoy siga siendo la defensa el estado constante de tu apariencia y el ataque y la reacción tu principal forma de interacción. El gancho que te engancha surge de la manera que tienes de entender y ver el mundo que te rodea, pero sobre todo se alimenta de los pensamientos de ego que cuando les das volumen te meten en un espiral de lucha y necesidad.
Años de programación mental sustentada en el dolor y el temor llevan tu cuerpo a la reacción y a creer que tu mente no tiene otra elección más que el estallido de ira y la explosión.
Sin embargo, el gancho que te engancha puede empezarse a desvanecer si haces una pausa para oxigenar tu ser. El secreto está en crear un espacio que te aleje de la reacción y te lleve a la reflexión que es la antesala de una buena solución. Éste es el comienzo para romper con años de comportamiento automatizado que entrenan al ojo de lo negativo a buscar culpables y supuestos enemigos.
Si eliges sacar lo que te funcione de cada situación, entonces comenzarás a percibir todo con mejor color, dejarás de enganchar tu energía a cosas que la debilitan y entenderás que la paz es un estado mental que comienza con una decisión y se sustenta en crear espacios de silencio y reflexión.
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